Diríjome a los verbitos taladreros con su manga de injertados estorbos.
Aire mata sonido. Tímpanos de no que no, pero sí que ablanda un nervio de alteridad y mirá como camina que cierra en nieves venados de vino. Yo soy más bien cóndor de matorral cuando camino entombando la jorobada salud (cuando nada sabe cizañar migrañas sin abrir el aire que llevan por ojos).
Haciendas pendientes por martillar. Un labio lábido rajó atruenado de sonidos de aire de mil litros de propolio mientras nadie recuelga sermones cual corona en palpitar. En contorno consombra explicito mi exterioridad y soy ser del yo por fuera, creo un intento por renacer en nadie que sabe saltar que sabe hacer sombra que no entiende porque mierda nada la nada en nadie si no hay nadie que nade más que Nadia.