08 noviembre, 2010

Cerca de las cuatro de la mañana hacía zapping en el sueño desde su sillón rebosante de agujeros y se topó con la última novedad en dramas cósicos (y un extraño cartel de “importado de Oriente” abajo a la derecha de la pantalla): historias del ser que cae con debilidad física y emocional para así aplastar el centro de gravedad del universo. “Quién pudiera lograrlo en sueños” suspiraba el protagonista televisivo un poco agotado, para luego beber un sorbo interminable de nectar marrón. Se quedó dormido.

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